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Star Wars y la nostalgia perdida

"La belleza, la memoria de nuestro propio pasado- son solamente buenas imágenes de lo que realmente deseamos... ellas son sólo una esencia de una flor que no hemos hallado, el eco de una melodía que no hemos escuchado, noticias de un país que aún no hemos visitado." C.S. Lewis en El Peso de Gloria.


Ya estoy preparando el día para ver con Paloma la primera (¿o más bien cuarta?) película de Star Wars: Una Nueva Esperanza. Ahora con toda la celebración por el estreno de la nueva película de esta serie ya de culto, todos los de la generación de los setentas y ochentas estamos viviendo una especie de nostalgia. Y estoy muy emocionado tal vez más que mi hija, para ver de nuevo una de las mejores películas de ciencia ficción jamás producidas, bueno eso es a mi propio juicio subjetivo.


En mi caso, yo ya estaba añorando el pasado, mucho antes de que se acercara el "día D" de Star Wars: El Despertar de La Fuerza. A través de las películas que marcaron mi infancia y adolescencia como Los Goonies, los Cazafantasmas, o recientemente Volver al Futuro (hace poco los medios sociales celebraron que Marty McFly voló al futuro en Octubre pasado), he estado suspirando por el ayer, por lo que era familiar, por lo que me recordaba el estar en casa y todo "estaba bien".


C.S. Lewis, en su reflexión sobre la nostalgia dió en el clavo de manera muy elocuente al hacernos ver que el pasado es una imagen o un recuerdo de algo muy lejano y a la vez ajeno a nosotros. Es una esencia de algo que no hemos obtenido, una especie de deseo por algo que estaba bien antes y queremos lograr obtenerlo de nuevo. Simplemente es la historia antigua del jardín del Edén, el evangelio.


En la historia del evangelio encontramos que antes todo estaba bien. Todo estaba en orden, no había caos, ni dolor, ni guerras, pobreza, en fin, la palabra sufrimiento no tenía significado alguno. Pero después el hombre y la mujer pensaron que en sus manos y fuerzas las cosas estarían mejor, y prefirieron por así decirlo, -el lado oscuro- y desde entonces todo ha sido un caos. Sin embargo, Dios en su misericordia dió una pronta respuesta, nos dió -una nueva esperanza- de que las cosas van a estar mejor por la llegada del salvador, quien estaría por aplastar de una vez por todas la cabeza de la serpiente, que significa todo el pecado y la maldad en el mundo (Génesis 3:15). Así, ese salvador estaría por imponer un nuevo orden, un reino nuevo donde todo se va a arreglar de una vez por todas, y el sufrimiento y dolor desaparecerán por siempre.


Nuestra nostalgia perdida halla su origen en el Edén. Por eso el evangelio es la respuesta a ese especie de "deja vu" interno que tenemos; es el nombre de la melodía lejana que teníamos en la mente y que de alguna manera estabamos tarareando. Por eso la nostalgia y lo "vintage" se hacen fuertes y luchamos por recuperar el pasado, y acumulamos las memorias de antaño en un abrazo fuerte, pero de todos modos se escurren y nos sentimos vulnerables.


El pueblo de Israel pasó por situaciones similares al añorar un pasado y promesas sin llegar cuando estuvieron en el exilio:


Junto a los ríos de Babilonia, nos sentábamos y llorábamos, al acordarnos de Sion.

Sobre los sauces en medio de ella colgamos nuestras arpas.

Salmos 137:1-2


Por eso la profecía del mesías y su llegada serían las más grandes noticias -el despertar de la fuerza- ¡Finalmente el paraíso estaría por regenerarse y recobrarse! Y ese mesías llegó, y todo se cumplió.


Cuando José y María llevaron al bebé Jesús al templo para presentarlo ante Dios, Simeón, un hombre, justo y piadoso que esperaba la consolación de Israel (Lucas 2:25); al cargar al niño, estuvo sosteniendo en sus brazos el idealismo del pasado, la gloria del presente y la grande promesa del futuro por llegar - todos encontrados en el Dios-Hombre.


Simeón, en gozo y reverencia exclamó y dió forma al deseo interno del hombre:


Mis ojos han visto tu salvación, La cual has preparado en presencia de todos los pueblos; Luz para revelación a los gentiles, Y gloria de tu pueblo Israel.

Lucas 2:30-32


Que nuestros tiempos de nostalgia y añoranza nos lleven al recuerdo de que lo mejor estar por llegar, gracias a las promesas gloriosas del evangelio de Jesús. ¡Esa es nuestra verdadera nueva esperanza!


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